martes, 10 de mayo de 2011

IN-MOVILIZACIÓN SINDICAL

        
         Hace pocos días una orden impartida a nivel nacional, respecto de la forma en que se cumplirán las sanciones pecuniarias, volvió a poner sobre la mesa el papel que juegan  los sindicatos policiales dentro del sistema policial. No es noticia, que los sindicatos poseen sus defensores y al mismo tiempo sus detractores, lo que se ha producido de forma sostenida desde el año 2005, cuando se creó el primer sindicato formalmente.  Curiosamente esta constante se ha mantenido, con variables, seis años después.
         La mayoría de las organizaciones han demostrado serias dificultades, luego de los primeros años de impulso, no sólo para encumbrar sus niveles de adhesión, sino para proporcionar respuestas adecuadas a los afiliados que les han brindado su apoyo.  
         El traslado, por la vía del pase, de un número importante de los dirigentes sindicales y la no aplicación de la ley 17.940 para su defensa, la falta de estructura y organización a la hora de dar respuestas a situaciones puntuales de los socios, las luchas personales y sectoriales por diversos motivos entre los distintos dirigentes sindicales, la carencia de una coordinación a nivel nacional, la carencia de proyectos concretos, en algunos casos, o su falta de publicidad en otros y el desmoronamiento de acuerdos y negociaciones con el Ministerio son tan sólo algunas de las razones que pueden explicar la presente situación desfavorable.
         Se pueden realizar innumerables juicios de valor sobre la actividad que han desarrollado los distintos sindicatos a nivel departamental o nacional, y todos ellos serían de recibo, provengan de los defensores o de los detractores del movimiento. Pero vale la pena rescatar algunas visiones que, aunque críticas, apuntan a la construcción de ideas y a fomentar la autocrítica profunda que los sindicatos, hasta el momento, no sienten la necesidad de realizar. Entendemos, con ellos, que es el propio movimiento sindical el que tiene que despertar el interés de los policías creando estructuras que les proporcionen respuestas eficaces en las principales causas de conflicto con el sistema.  
         Como se organicen de ahora en más, que clase de respuesta proporcionen a los socios en diversos campos, la manera en cómo se interrelacionen internamente y externamente, la forma en cómo se defienda a sus dirigentes y socios, los métodos que aquellos empleen para realizar los reclamos colectivos y la reconquista de los espacios de negociación con la administración serán las claves que marcarán el futuro de estas organizaciones que, han demostrado más energía para confrontar por cuestiones sectoriales que para mancomunar esfuerzos y estrategias para defenderse contra los embates de un Ministerio que no se cansa de cometer errores.
         Creer en la herramienta sindical implica, también, ser críticos y analíticos constantemente por ser esta la única manera de perfeccionarla y, de ese modo, fortalecerla a cada paso. No existe otro camino, para reunir más voluntades entorno a la causa colectiva, que atender constante y seriamente las necesidades     de los policías que nos han demostrado su compromiso. Cada necesidad manifestada es una nueva oportunidad de reafirmar el compromiso que se ha asumido, bajo la forma de respuesta y respaldo que la organización debe brindar, sin demoras. Porque antes que liderar, se debe servir a quienes, mañana le pediremos su apoyo y confianza, no hay otra manera.  
         Un camino muy distante al que aspiramos, es el que ha llevado a la inmovilización sindical actual y a su consecuente pérdida de fortaleza ante la administración y nuevamente se coloca la cuestión de la representatividad de la organización para negociar ciertos temas. Los continuos cambios que puedan producirse a nivel sectorial, no debieron nunca, nunca, nunca sectorizar las ideas, ni la lucha común, ni las negociaciones y menos aun, la coordinación en las medidas de defensa. La imperiosa necesidad de revertir esta realidad hablará de la madurez que nuestros dirigentes y representantes poseen para desarrollar una visión colectiva de algunas causas que no admiten, por su naturaleza, división alguna.
                                              
             
Miguel Barrios.
          
                  
        

           


UNA SERIEDAD NORMATIVA AUSENTE.



Desde los altos mandos de la Policía y desde el Ministerio del Interior se continua sumando ordenes, circulares, directivas orientadas a corregir problemáticas reales y otras que sólo existen en algunas imaginaciones. Pero poco se repara en toda la normativa policial que debe ser actualizada, procurando que la misma tenga una coherencia sistémica, de la cual hoy en día carce. No obstante, esta reorganización de toda las normas policiales no podrá realizarse, como se pretende, a impulsos de criterios que nada tienen que ver con el orden jurídico nacional y omitiendo la participación de las diversas organizaciones policiales de orden sindical, social, etc.

Las diversas leyes policiales, leyes especiales, y sus decretos reglamentarios violan sistemáticamente derechos y gatantías que la propia constitución establece para todo habitante en nuestro país. Se hace necesario una trabajo coordinado y serio en este sentido o permanecerá el camino que, lamentablemente, ahora se recorre.

 Pero se avanza, se avanza a ojos cerrados, por parte de los administradores de la policía, y se pretende el cumplimiento, sin la necesaria corrección y divulgación, de las diversas normas y reglamentos policiales. No parece una tarea imposible, sobre todo considerando que las normas madres que organizan la fuerza pública y la reglamentan estan cumpliendo un promedio de 40 años, de desactualización constante. No es difícil de imaginar cuantas cosas han mudado su forma en materia de derecho en el Uruguay en cuatro décadas....



                                                                                   Miguel Barrios.