lunes, 7 de diciembre de 2009

"Uruguay; un viaje a la bella Francia del siglo XVIII"


La naturaleza humana, el instinto de conservación, las dudas sobre la legalidad de la actividad, o su desconocimiento absoluto, el miedo a las consecuencias de dicha actividad, aunque ellas deriven de actos amparados por el derecho nacional e internacional, las voluntades perezosas, la costumbre de estar mas cerca de quien tiene el poder, que de quien realmente tiene la razón, o porque da miedo ser un “rebelde”, la vulnerabilidad de ciertos funcionarios públicos gracias a los sistemas reglamentarios que poseen y a su especial carácter dentro de la Administración Central y su cometido especialísimo, (Servicios Esenciales), los simples cálculos matemáticos o la evaluación entre ganancia y pérdida para tomar posturas, las facultades amplísimas y los inexistentes controles ministeriales que poseen los superiores en general, para flexibilizar horarios, días libres extraordinarios, o llegadas tardes o idas temprano favoreciendo a los “no rebeldes”, así como la cuarta ley del éxito de Deepak Chopra, “la ley del mínimo esfuerzo”, en mi opinión mal interpretada, aunque de aplicación constante dentro del instituto policial conforman, sólo algunas, de las mas escuchadas excusas para no comprometerse en otra causa que la propia.

Curiosamente, cada una de estas excusas tiene una solución en la regulación legal actual, falta sólo el valor de interesarse, de leer, de abandonar las prácticas viciosas, ajenas y propias, que nada tienen que ver con la profesión que abrazamos. Pero es difícil tarea la de revertir, una a una, las situaciones de enajenación que deviene de las dieciséis horas diarias, mantenidas desde el 28/12/1964 cuando la policía nacional retrocedió a los horarios laborales anteriores al siglo XVIII (18), que reinaban en Francia, que al igual que en nuestro país, no se implantaron como legalmente obligatorios, no, pero también como en Francia en nuestro país la obligatoriedad, de dicho horario, irrumpió a impulsos del hambre y las necesidades mas elementales insatisfechas de los trabajadores y su familias.

Cuarenta y seis años después de aquella nefasta fecha, nuestro país posee trabajadores que sostienen un matrimonio y una familia “en ausencia”, debido justamente a éste extensísimo horario, producto de la indiferencia, con la peculiaridad de que en Francia los trabajadores, en su mayoría, pertenecían a la órbita privada. En nuestro país, los mismos están dentro del Estado cumpliendo uno de sus tres cometidos esenciales. Sólo nos diferencia dos características, con la bella Francia, ellos se omitieron hace tres siglos, nosotros lo hacemos hoy. Ellos no poseían un Estado de Derecho, nosotros si.

Algunos de nosotros creemos que es posible modificar esta realidad, creemos que legalmente es posible y justo. Alguno de nosotros, y quizás tu, ya lo hemos pensado, sólo falta que lo verbalices, que hagas nuestra tu causa y tuya nuestra causa, que es la misma y puede que la de tus hijos mañana. Alguno de nosotros ya inició el camino, pidió la palabra, expresó una idea, ocupó su lugar en éste equipo, y fue escuchado. Alguno de nosotros creemos en ti, en tu valor, en tu inteligencia, y te escribimos y te esperamos, todos los días te esperamos, con la esperanza de que hagas de tu realidad, un futuro.

Muchos día a día pierden el miedo, pero nos faltan tu visión, tu experiencia, tu conciencia colectiva, tu desapego de lo estrictamente individual, por muchas razones. Porque no estas sólo, porque detrás tuyo vengo yo, y delante van los que iniciaron éste camino, porque la inseguridad natural que produce el primer paso, no es nada, comparada con la inseguridad de estar sólo frente a las injusticias, y el abuso del poder, porque no queremos mas que lo justo, y porque como tu, no somos invulnerables, ni eternos. Y porque sólo entendemos un camino para alcanzar lo que nos es debido, el legal. Todos esperamos escuchar tu voz, antes de que pasen cuarenta y seis años más, creo que debes saber algo mas, también peleamos por ti, y los tuyos, pero lo mejor de todo esto, es que no tuviste que pedírnoslo. Y cuando nos veas por ahí, recuerda, nosotros sabemos que lo necesitas, por eso te guardamos aquí, un lugar…


Miguel Barrios.-

sábado, 5 de diciembre de 2009

LA CALIDAD HUMANA PUESTA AL SERVICIO DEL COMPROMISO.

La semana pasada, mas precisamente el viernes, tuve la oportunidad de presenciar una de las asambleas del S.U.P.U. En esa oportunidad me sorprendieron muchas cosas, a las cuales no estaba acostumbrado, pero una por sobre todas me llamo especialmente la atención. Esa experiencia, como todas perfectible sin duda, me trasladó por un instante a las aulas de la facultad, donde por momentos, la discusión de los temas parece no conducirlo a uno, a ninguna parte o hacerlo en círculos. Pero en ésta como en aquellas, los frutos fueron naciendo de la misma contraposición de ideas.

Allí se encontraban personas de diferentes puntos del país, algunos, de los departamentos mas distantes, en términos de kilómetros, en relación a Montevideo. Algo igualaba a todas éstas personas, algo los ubicaba en un mismo lugar dentro de mi cabeza, que no me dejo tan siquiera diferenciarlos, sino destacarlos. El compromiso.

En pocos momentos, fui sorprendido con gratísimos pensamientos, respecto de diferentes temas, aunque lo saludable de ellos era justamente las diferencias que guardaban entre si. Y tan gratificante como lo anterior me resulto la tolerancia, que reinó entre los diferentes representantes, más allá de los diferentes modos de ver una misma cosa. Tolerancia que no se acercaba a la indiferencia, por cierto, porque las posiciones eran, para mi gusto, fundadas en las convicciones que cada uno entendía ciertas.

La particular clama y sabiduría con que la presidencia, y la secretaría atendieron las diferentes posturas y planteos, hasta de los recién llegados, cooperó para que una a una las discusiones se fueran aclarando y encaminando, con calma, tolerancia y respeto. Pero ninguno de los adjetivos anteriores implica falta de pasión o compromiso, no, de eso estas personas estaban cargadas y lo transmitían en cada intervención, en cada aclaración, en cada palabra. Encontré discrepancias, si, pero ninguna de ellas obedeció al capricho, sino a la convicción emanada de lo que se entendía correcto.

Me es imposible no admirar a estas personas por su compromiso, por su tolerancia, por su respeto ante la diversidad de opiniones y fundamentalmente por la seriedad con la que cada uno de ellos se manejó en todo momento. Me llevo gratos recuerdos de todos, y espero poder volver a compartir otra experiencia como ésta, porque con esta clase de compromiso es difícil quedarse ajeno. Todos poseen el don del reconocimiento, que se evidencio en los aplausos que se brindaron a los que se destacaron producto de su labor, que no es tarea fácil en tremendo equipo, sobre el final de la asamblea.

La cristalinidad y humildad con que los temas eran planteados, manejados, discutidos y resueltos, era fiel reflejo, de los altos intereses que persigue éste sindicato. En él no encontré personalismos, pero si personalidades, todas ellas necesarias para que, la natural diversidad de ideas produzca, en el seno democrático del debate, un resultado justo y cristalino en armonía con los fines por los que pugnamos todos. Todo lo cual me habla, de la calidad humana puesta al servicio del compromiso.

Fue un verdadero honor Señores/as representantes.


Miguel Barrios.-

miércoles, 4 de noviembre de 2009

ENLUTADOS...


Hace no muchas horas atrás, perdimos otro compañero, el dolor, la angustia, y la impotencia nos inundan el alma. Muchos no lo conocimos, pero en cuestiones tan fundamentales, el sentimiento nos trasciende a todos y va más allá de las distancias. El golpe nos fue asestado nuevamente donde mas vulnerables somos…

El Sr. Mario Morena, no solo demostró durante su vida, que era capaz de alcanzar metas, sino que también cultivar afectos, formar familia y por sobre todo, ser un hombre con la capacidad incansable de luchar, según cuentan sus allegados, contra las dificultades u obstáculos de la vida, dando de si lo mejor a cada paso. Por ese motivo a su memoria y familia, mis mas sinceros respetos.

Las preguntas que sobrevienen, mire uno para donde mire, son; ¿Dónde estaban los oficiales responsables de esta repartición y de éste operativo? ¿Porque incumplieron, a ultranza, de la primera a la ultima de las obligaciones funcionales que les señala toda la legislación y reglamentación policial, en tanto jefes de unidad?

Lo hiriente de todo esto es que, en el día de los sucesos que culminaron con la muerte de nuestro compañero, dieron con éste delincuente pero la situación es que se reitera a diario, es decir, la indolencia de los jefes de unidad (generalmente) por sus policías es ininterrumpida, no existe preocupación porque ellos posean toda la información a la hora de iniciar una intervención policial y que, desde luego, lo hagan de la forma mas segura posible, tanto física como tácticamente.
Porque la realidad marca que, son la minoría de los jefes de unidad, los que encabezan o supervisan los procedimientos que encomiendan o asumen de oficio sus subalternos. A no ser para aplicarles medidas disciplinarias, desde luego.

Las situaciones que se viven regularmente en las diferentes reparticiones de toda la Policía Nacional, responden generalmente al mismo patrón. Los oficiales Jefes, se dedican a llenar de sanciones a el personal a su cargo y están muy lejos de brindarles apoyo cuando aquellos les necesitan, como fue éste doloroso caso, en contra de toda la reglamentación. Pues si bien es cierto que les compete mantener la disciplina, también su deber se basa en cooperar con el personal a su cargo, hacerse responsables de ellos, y de orientarles en las formas y los cometidos policiales, para que éstos se cumplan con el menor riesgo posible, para todos.

Esto nuevamente demuestra una verdad absoluta, para nosotros éste es un trabajo que nos puede costar la vida, para otros, sólo una carrera… De todas formas las desigualdades en términos económicos, de equipamiento, en servicios de salud, en sede de vivienda, en igualdades legales y reglamentarias persisten inamovibles inexplicablemente. Pues quien más arriesga, a mi juicio, más debe ganar, en todos los sentidos. Sin embargo, esto no parece ser compartido por las autoridades en los actos, pero si en los discursos y dichos.

Hoy, mas que nunca, insisto en el concepto de que el personal de calle, sea cual fuere su grado, es quien debe no sólo ganar mas sino que además acceder a la mayor cantidad de beneficios en salud y recursos en materia de equipamiento policial, por un sinnúmero de razones, pero la primera es porque nuestra vida, hoy y siempre, ha dependido de ellos. El Sr. Mario Morena sin desconocer los riesgos, y desde luego sin proponérselo en ese momento específicamente, terminó dando su vida, indirectamente, a cambio de muchas, muchas otras a las cuales salvó, evitando que esas armas cobraran vidas, sean éstas de cuidadanos o de compañeros, o bien llegaran a su destino, seguramente, no por vez primera. Quizás, nunca lo sabremos, pero el desenlace de aquel día podría haber sido otro, si quienes se omitieron, hubiesen estado ahí, junto con el Sr. Morena, cumpliendo por lo que se les paga.

Sr. Mario Morena, ciudadano, padre, esposo, compañero, nuestra sociedad y la justicia le debemos infinitamente, a usted y su familia, por el altísimo precio de su dolorosa ausencia…


Miguel Barrios.-

miércoles, 21 de octubre de 2009

EL ACCESO A LA REPRESENTACIÓN.

En esta oportunidad, y luego de una larga ausencia, aspiro a llamar la atención sobre uno de los temas más trascendentes a la hora de volver efectivos los derechos que por, vía constitucional, legal o bien reglamentaria, tienen todos los policías en su calidad de funcionarios públicos, en lo que les corresponde, así como en su situación de soportes humanos que actualizan unos de los cometidos esenciales del Estado, a saber, el orden y la tranquilidad en lo interior, de un país.

Nada impediría hacer un repaso de toda la normativa que consagra, en los diferentes documentos citados mas arriba, el derecho a la representación legal a toda persona pero no es, es este caso, la finalidad que persigo, es decir, hacer docencia al respecto sino apuntalar determinada situación que, en los tiempos que corren, constituyen hartos perjuicios a todos los compañeros del gremio. Estén éstos afiliados o no.

El acceso a la justicia en nuestro país, a todo nivel, esta determinada, o para decirlo en sus justos términos, esta precedida del acceso a la representación legal, al patrocinio, a la asesoría y defensa por un abogado, en otras palabras, un doctor en leyes. Ya es de público conocimiento que los diferentes sindicatos policiales, dentro de sus organizaciones, poseen abogados que los asesoran sobre los más variados temas. Lo que no implica decir, que esas organizaciones sindicales posean y brinden a sus afiliados la representación legal, que éstos realmente necesitan.

Desde luego que en todas las organizaciones sindicales existen diversas coberturas legales, diversos alcances de las mismas y, como es evidente, llevada adelante por distintos abogados en cada caso. Esto nos debe llevar a reflexionar, muy detenidamente, sobre dos aspectos subyacentes en relación a los diferentes servicios legales que ofrecen las diferentes organizaciones sindicales.

El primero de ellos, es la dimensión de la antedicha representación legal, es decir, puede implicar solo la asesoría gratuita, o lo anterior y la presentación gratuita de determinados escritos relacionados directamente con la función (reclamos artículo 44 R.G.D. o recursos constitucionales artículo 317), dejando libre y en relación directa con los afiliados, cual si fuera una representación extrasindical, en temas no relacionados directamente con el ejercicio de la función o bien que de ésta se deriven, léase en sede de derecho de familia, demandas civiles por diferencias con un vecino, demandas por daños en un accidente de tránsito fuera del horario y del ejercicio de la función, ente otros.

Claro que en éste ámbito se puede encontrar de todo y, desde luego, todos cuentan con abogados que adecuan sus honorarios a los ingresos de sus representados, policías en éste caso, dentro de las esferas de los sindicatos. Pero las realidades económicas no pueden desconocerse, a la hora de hablar del acceso a la representación legal, las buenas voluntades que demuestran los abogados a la vez que aliviana los costos de representación, a la hora de presentar los escritos, también conlleva una merma, o disminución, en la calidad de los servicios por aquellos prestados. La pregunta es de orden. ¿Dónde esta la solución para éste obstáculo permanente? Pues bien, aunque el problema superficialmente se divisa en los campos legales, la respuesta hay que buscarla, en el terreno económico.

Lo cierto es que el problema actual tiene relación directa con los recursos económicos que cada organización sindical destina a los servicios legales que ofrece a sus asociados. Lo que puede ir, como se dijo, de una simple asesoría gratuita, a la total y completa representación en todos los terrenos, civil, penal, familiar, dentro y fuera de la función etc, de forma no onerosa y en medio de esto, pueden encontrarse todas las variedades imaginables.

Pero es fácil percibir que, el rubro de la representación legal, no es uno de los destinos mas frecuentes de los recursos económicos de los sindicatos policiales, claro que hay excepciones, pero en general lo evidencian las cotidianas situaciones que soportan nuestros compañeros, a veces inconstitucionales, ilegales y, desde siempre, antirreglamentarias. La realidad es que, haciendo a un lado el miedo a recurrir a la representación legal, nuestros compañeros se enfrentan, una vez decididos, a costos que la generalidad no puede solventar, sin dejar en ello, como mínimo, un tercio del ingreso que perciben en su servicio extraordinario (222). Lo que naturalmente desalienta a cualquiera, ya que para efectivizar sus derechos, habiendo sido éstos violados, deben sufrir nuevos perjuicios económicos en su presupuesto familiar. La conclusión, de cualquier hombre coherente padre de familia, lo obliga a ver primero la forma de evitar mas perjuicios económicos y en segundo o mejor dicho, décimo lugar, sus derechos y con ellos la legalidad y justicia con que le trata la administración.

La realidad nos marca, un rumbo claro e ineludible en este sentido, se deben desde todas las organizaciones sindicales, y actualmente en el marco de la reciente federación de los sindicatos policiales, destinar el mayor caudal posible de recursos a los servicios de representación legal. ¿Si un afiliado no puede defender sus derechos, para que se sindicaliza? Y esto es bien conocido por quienes, acometen contra los derechos de los compañeros a diario, pues no les es ajeno que éstos no pueden costear una representación legal, vista su realidad económica. Es esta situación, la que genera el caldo de cultivo para que se apliquen los reglamentos, las leyes, y la constitución a medias, por decirlo de algún modo civilizado.

Y las arremetidas contra los derechos de los compañeros se prestan para escribir varios libros de miles de páginas. Donde pueden encontrarse casos como, que frente a cualquier irregularidad donde están involucrados algunos subalternos y varios superiores, son aquellos los sancionados y éstos últimos, aun teniendo su cuota parte de responsabilidad por omisión, no se les realiza ni una observación verbal, cuando los reglamentos marcan de forma clara, justamente lo contrario, artículo 15 “Ningún superior podrá excusar su responsabilidad con la omisión o el descuido de sus subordinados en los asuntos que deba y pueda vigilar por sí mismo” bien reciben sanciones menos duras que los subalternos, De los agravantes artículo 30 literal g) “Cuanto mayor sea la jerarquía del infractor”.

U otros donde los subalternos elevan informes sobre situaciones que entran en el marco del artículo 6 del R.G.D. a saber; “Todo rigor innecesario o castigo no previsto reglamentariamente o desproporcionado con la falta, todo castigo impuesto por sentimientos ajenos al deber, todo acto o gesto que lesione la dignidad del sancionado, son actos contrarios a la ética policial y deben ser rigurosamente penados”, pero se opta por hablar con el superior que incurre en este tipo de causales de sanción, cuando esto sólo se prescribe para la primera sanción y no para un policía que lleva dos décadas de carrera, y mas de una decena de sanciones, articulo 28 literal b) La primera sanción no se impondrá sino después de haber agotado todos los medios morales que el superior tenga a su alcance y cuando haya adquirido el convencimiento de que el subordinado está compenetrado de las obligaciones inherentes al caso concreto de que se trata” sólo por citar algunos, pues existen artículos en el R.G.D. que señalan como punibles cualquier apartamiento o desviación en la aplicación de lo establecido en el antedicho reglamento.

Esta minúscula parte de una realidad, cotidianamente mas dura y mayor, nos muestran la verdadera cara de cual es el respaldo legal que todo afiliado tiene a la hora de defender sus derechos. Y es que, como organizaciones sindicales, debemos entender que ésta batalla por los derechos de los compañeros sindicalizados se da en el campo legal, es ahí y no en otro lado donde, debe golpearse ininterrumpidamente, porque es allí en donde históricamente nos han golpeado y ganado desde los inicios de la Institución Policial, los malos superiores y peores Ministros.

En tanto no demostremos nuestra razón frente a la justicia (civil, pernal, administrativa, etc) seguiremos arrojando botellas al mar, mal destinando los recursos de las organizaciones sindicales, en remendar problemas de momento, sin alcanzar la seguridad jurídica que da un precedente, o de una sentencia favorable que marque a fuego a quien asiste la razón, la justicia y envíe una clara señal de para que están de pie los sindicatos policiales uruguayos. De otro modo continuaremos corriendo tras cada compañero que sufra injusticias, para darle, cuando y como se pueda, un simulacro de solución (con la mejor voluntad claro esta) pero que implica invitarlo a desistir del derecho a una debida representación legal a la cual tiene derecho, que le retribuya lo que se le ha quitado en virtud de una ilegalidad que le hiere, en su honor, su libertad, su dignidad, así como a su familia.

La otra zona sensible, pero del mismo tema, es la necesaria determinación, en los casos en que la representación legal sea gratuita -cualquiera sea su alcance- y por tanto financiada por todos los socios, de criterios claros para acceder a ella, que bien pueden responder a razones de orden económico, de antigüedad, de estudio previo de casos por parte de los abogados, o bien de todos ellos juntos o combinados. Por la sencilla razón de que los abogados deben tener claro de antemano y predeterminado, estatutariamente, cuales son las condiciones para representar a los afiliados y no estar sujetos a los vínculos de cercanía que tengan algunos afiliados con los dirigentes sindicales. Todo, con la finalidad de hacer primar el principio de la igualdad, que en términos de representación legal no debe jamás postergarse u omitirse si se pretende una sana organización sindical y, desde luego, una estricta justicia interna.

En las manos de todos, incluidos los dirigentes sindicales, esta el cambiar el camino recorrido hasta el momento, escuchando mas a los abogados que sin duda deben tener sus planteos al respecto, así como unificar la representación legal aprovechando la federación, y si es, como creo, necesario redireccionar los recursos de los sindicatos a éstas áreas que son, en definitiva, las que nos harán ganar mas, en términos económicos, en el futuro cercano. Y en defecto de ésto primero, siempre queda el aumento de la cuota sindical, con ese destino antedicho, o seguir visitando a los abogados para que, mirando nuestros bolsillos, veamos que no tenemos suficiente dinero para poner el pan en la mesa, sin perder la dignidad en el proceso.

Esta en nosotros, la razón empuja compañeros, hagámosnos mas fuertes, pero a impulsos de la razón que viene de la justicia y de la correcta defensa de nuestros derechos adquiridos.




Miguel Barrios.-

miércoles, 2 de septiembre de 2009

A PROPÓSITO DE LA FEDERACIÓN DE SINDICATOS POLICIALES.


COMPAÑEROS;

En estos días nuestros representantes sindicales, han mostrado un extraordinario signo de madurez, de visión a futuro y por sobre todas las cosas de fraternidad entre los que vestimos y sentimos el mismo uniforme. A ellos mis mas sinceras felicitaciones y admiración porque mas allá de las naturales limitaciones de cada uno de nosotros, lo han vuelto realidad, no sin perdidas, no sin discrepancias, pero entiendo que son naturales las ultimas y saludables las primeras cuando se trata de crear algo mayor, y que dará aun mas frutos para todos. La federación, sin duda, nos fortalece como organización sindical, pero también envía signos saludables para aquellos que no están aun afiliados, pues esto ultimo les dará buenos motivos para sumarse en esta nueva etapa, en esta nueva empresa que tenemos todos los policías nucleados en la federación.

Sería deseable dar la mas amplia difusión, al Estatuto del la federación, de manera de que los compañeros afiliados o no, pierdan un poco mas la desconfianza natural que le nace a los hombres de todas aquellas cosas que no conocen en profundidad, por lo tanto, vaya desde aquí ese pedido tratando de hacer eco en las autoridades de las diferentes organizaciones sindicales que componen hoy, y espero que por muchos años, nuestra flamante federación. No obstante lo anterior, la federación de sindicatos policiales es, como debe ser toda creación humana, una herramienta para la mejor defensa y ejercicio de los derechos de los hombres que la conforman y de todos los que indirectamente se beneficiaran de ella. Por este motivo, exhorto a todos, incluyéndome, a darle un uso adecuado, a protegerla, a exigirles cuando haga falta y por sobre todo a permitirle la más amplia libertad para actuar, en tanto sus fundamentos y motivos encuentren como base el consenso de la mayoría de sus afiliados.
Compañeros por eso: !VIVA LA FEDERACIÓN!


Abrazo fraterno para todos.-

Miguel Barrios.-

UN MUNDO PERFECTO

(Los incidentes en el parlamento)


Ha pasado algún tiempo desde los incidentes que se produjeron en el marco de la votación, en el Senado, de la ley de educación y como todos sin duda recuerdan, los mismos finalizaron con cuatro personas procesadas por el delito de “Atentado” art 171 y 172 del Código Penal. Este hecho lamentable, pero justo en si mismo de acuerdo a las circunstancias, ha dejado al descubierto la gran importancia que representan para el accionar policial fundamentalmente dos factores, por un lado el ámbito o lugar donde se produce y por el otro la innegable fuerza persuasiva, no obligatoria desde luego, del Poder Político en otros organismos y Poderes del Estado.

Todos quienes, de alguna forma u otra, hemos participado en procedimientos policiales tenemos la firme convicción de que los hechos que se produjeron en las barras de la Cámara de Senadores no poseen una naturaleza diversa de los que regularmente se producen en innumerables intervenciones o procedimientos policiales en todas las jurisdicciones del país. Lo que no implica negar la extrema gravedad de los mismos. La diferencia entre el resultado de lo acaecido en las barras del Parlamento y el resto de los producidos en la calle de características similares no puede adjudicársele a la presencia de los diferentes medios de comunicación y principalmente a los televisivos, porque en reiteradas oportunidades los mismos están presentes en los procedimientos policiales donde tienen lugar esos hechos de similares características, es decir, donde algunas personas intentan impedir o resistir al policía, en el ejercicio de su función, mediante las amenazas o directamente ejerciendo sobre ellos violencia.

De manera que, en términos de pruebas, la diferencia es, como se observa, inexistente ya que en ambos casos se posee un registro de imágenes de lo sucedido, en ambos casos se poseen testimonios y documentos, en su caso, para juzgar y del mismo modo, ambos, al emitirse de forma masiva por los diferentes canales adquieren la misma relevancia o notoriedad pública. Es competencia de Jueces y Fiscales de turno investigar de oficio, es decir, sin denuncia de parte, estos hechos de los que hablamos aquí. Sin perjuicio de que, los policías, en los casos en que se le hayan ocasionado lesiones puede proceder a denunciar penalmente a los autores de las mismas, situación que le daría otro elemento a Jueces y Fiscales a la hora de juzgar la dimensión este tipo de casos. Pero la responsabilidad de Jueces y Fiscales de turno cuando estos hechos tienen lugar y no se resuelve investigar es absolutamente clara e ineludible y esto mismo fomenta situaciones donde quienes en defensa de la ley ponen en juego su integridad física y quedan desprotegidos, no de ella, sino por parte de quienes tienen la competencia para aplicarla.

No se puede dejar de reflexionar sobre la suerte que asistió al grupo de policías que intervino en los sucesos del Senado, la suerte de la presencia de las cámaras de televisión, de la presencia de testigos legisladores, de que se produjera dentro del recinto parlamentario y no fuera de el, como ocurrió con similares alcances el día previo en la puerta principal de acceso a Representantes, sin cámaras, ni testigos y en plena vía pública y de esto ultimo nada se investigo. La diferencia entre el suceso de las barras y los demás que acontecen a diario en las jurisdicciones es la cercanía que presentan con el ámbito Político lamentablemente. Este último parece despertar inquietudes, que por su naturaleza, deberían permanecer despiertas con carácter permanente en Magistrados y Fiscales.

Lo cierto es que aquel día, en aquel lugar, afortunadamente todos cumplieron sus obligaciones y por un momento no solo el orden jurídico opero debidamente sino que, por sobre todo, se impuso la Justicia. Por un momento, todos hablamos el mismo idioma y observamos los mismos altos intereses, por un momento tuvimos por estos lados, un mundo perfecto.



Miguel Barrios.