lunes, 7 de diciembre de 2009

"Uruguay; un viaje a la bella Francia del siglo XVIII"


La naturaleza humana, el instinto de conservación, las dudas sobre la legalidad de la actividad, o su desconocimiento absoluto, el miedo a las consecuencias de dicha actividad, aunque ellas deriven de actos amparados por el derecho nacional e internacional, las voluntades perezosas, la costumbre de estar mas cerca de quien tiene el poder, que de quien realmente tiene la razón, o porque da miedo ser un “rebelde”, la vulnerabilidad de ciertos funcionarios públicos gracias a los sistemas reglamentarios que poseen y a su especial carácter dentro de la Administración Central y su cometido especialísimo, (Servicios Esenciales), los simples cálculos matemáticos o la evaluación entre ganancia y pérdida para tomar posturas, las facultades amplísimas y los inexistentes controles ministeriales que poseen los superiores en general, para flexibilizar horarios, días libres extraordinarios, o llegadas tardes o idas temprano favoreciendo a los “no rebeldes”, así como la cuarta ley del éxito de Deepak Chopra, “la ley del mínimo esfuerzo”, en mi opinión mal interpretada, aunque de aplicación constante dentro del instituto policial conforman, sólo algunas, de las mas escuchadas excusas para no comprometerse en otra causa que la propia.

Curiosamente, cada una de estas excusas tiene una solución en la regulación legal actual, falta sólo el valor de interesarse, de leer, de abandonar las prácticas viciosas, ajenas y propias, que nada tienen que ver con la profesión que abrazamos. Pero es difícil tarea la de revertir, una a una, las situaciones de enajenación que deviene de las dieciséis horas diarias, mantenidas desde el 28/12/1964 cuando la policía nacional retrocedió a los horarios laborales anteriores al siglo XVIII (18), que reinaban en Francia, que al igual que en nuestro país, no se implantaron como legalmente obligatorios, no, pero también como en Francia en nuestro país la obligatoriedad, de dicho horario, irrumpió a impulsos del hambre y las necesidades mas elementales insatisfechas de los trabajadores y su familias.

Cuarenta y seis años después de aquella nefasta fecha, nuestro país posee trabajadores que sostienen un matrimonio y una familia “en ausencia”, debido justamente a éste extensísimo horario, producto de la indiferencia, con la peculiaridad de que en Francia los trabajadores, en su mayoría, pertenecían a la órbita privada. En nuestro país, los mismos están dentro del Estado cumpliendo uno de sus tres cometidos esenciales. Sólo nos diferencia dos características, con la bella Francia, ellos se omitieron hace tres siglos, nosotros lo hacemos hoy. Ellos no poseían un Estado de Derecho, nosotros si.

Algunos de nosotros creemos que es posible modificar esta realidad, creemos que legalmente es posible y justo. Alguno de nosotros, y quizás tu, ya lo hemos pensado, sólo falta que lo verbalices, que hagas nuestra tu causa y tuya nuestra causa, que es la misma y puede que la de tus hijos mañana. Alguno de nosotros ya inició el camino, pidió la palabra, expresó una idea, ocupó su lugar en éste equipo, y fue escuchado. Alguno de nosotros creemos en ti, en tu valor, en tu inteligencia, y te escribimos y te esperamos, todos los días te esperamos, con la esperanza de que hagas de tu realidad, un futuro.

Muchos día a día pierden el miedo, pero nos faltan tu visión, tu experiencia, tu conciencia colectiva, tu desapego de lo estrictamente individual, por muchas razones. Porque no estas sólo, porque detrás tuyo vengo yo, y delante van los que iniciaron éste camino, porque la inseguridad natural que produce el primer paso, no es nada, comparada con la inseguridad de estar sólo frente a las injusticias, y el abuso del poder, porque no queremos mas que lo justo, y porque como tu, no somos invulnerables, ni eternos. Y porque sólo entendemos un camino para alcanzar lo que nos es debido, el legal. Todos esperamos escuchar tu voz, antes de que pasen cuarenta y seis años más, creo que debes saber algo mas, también peleamos por ti, y los tuyos, pero lo mejor de todo esto, es que no tuviste que pedírnoslo. Y cuando nos veas por ahí, recuerda, nosotros sabemos que lo necesitas, por eso te guardamos aquí, un lugar…


Miguel Barrios.-