miércoles, 23 de noviembre de 2011

DESDE EL DOLOR

 
           Es muy duro volver a las actividades normales, viniendo de un dolor enorme como el que he experimentado, ese dolor que no se comenta, no se transmite, y que uno vive hacia adentro en soledad con sus pensamientos. No hallo en la muerte, como otros sostienen, respuesta a cosa alguna, ni mensaje, ni una nueva realidad inadvertida hasta entonces. En la muerte sólo encuentro dolor, porque en muchos sentidos con la muerte muchas cosas de nosotros se truncan.
            En lo personal, guardo una muy particular forma de transitar por estos momentos, y ojalá no encontrará, en ella, una cruel constatación de una serie de realidades conocidas por nosotros, quizás sea lo más doloroso asistir a ello y conocer esa cadena de hechos que resultan en la muerte de un trabajador policial, ese contexto contra el cual luchamos con las herramientas que nos resultaban insuficientes antes y ahora.
            El contexto institucional-normativo actual ha probado ser capaz de empujar a hombres de honor a desatender una ley para alcanzar la subsistencia de su hogar, ha demostrado a todos cómo pueden construirse injusticias normativas, sobre injusticias humanas y ha demostrado ser capaz de encontrar quien entienda este contexto como justo y lo preserve desde lo institucional, desde el derecho o mejor, contra el derecho, así como políticamente.
            Ese contexto laboral que obliga a cada trabajador policial a sobrevivir a la institución a razón de la injusticia que ella creó y promueve en todos sus aspectos desconociendo garantías y derechos de forma inconmovible. Y mientras las diversas fuerzas sociales logran ponerse de acuerdo en una discusión donde la razón parece ausente y la verdad unívoca perdemos vidas, compañeros, familias.
            Todo lo que rodeo la muerte de Luis Suarez preexistía e indicaba desde el punto de vista contextual una cadena de injusticias prácticas y teóricas que permanecen entre nosotros irresueltos y esto, debería conducir a una profunda reflexión a todos los que tienen incidencia sobre esta realidad contextual que, en silencio, nos imprime responsabilidad y cuestiona el rol que desarrollamos desde nuestro lugar, como integrantes de una institución policial deshumanizante en su construcción orgánica, en sus efectos. Cómo construimos desde el dolor un contexto diferente es una pregunta que cada uno, debe responderse.  
             No creo haber deseado con tanta fuerza justicia, en todo sentido, como ahora.