miércoles, 4 de noviembre de 2009

ENLUTADOS...


Hace no muchas horas atrás, perdimos otro compañero, el dolor, la angustia, y la impotencia nos inundan el alma. Muchos no lo conocimos, pero en cuestiones tan fundamentales, el sentimiento nos trasciende a todos y va más allá de las distancias. El golpe nos fue asestado nuevamente donde mas vulnerables somos…

El Sr. Mario Morena, no solo demostró durante su vida, que era capaz de alcanzar metas, sino que también cultivar afectos, formar familia y por sobre todo, ser un hombre con la capacidad incansable de luchar, según cuentan sus allegados, contra las dificultades u obstáculos de la vida, dando de si lo mejor a cada paso. Por ese motivo a su memoria y familia, mis mas sinceros respetos.

Las preguntas que sobrevienen, mire uno para donde mire, son; ¿Dónde estaban los oficiales responsables de esta repartición y de éste operativo? ¿Porque incumplieron, a ultranza, de la primera a la ultima de las obligaciones funcionales que les señala toda la legislación y reglamentación policial, en tanto jefes de unidad?

Lo hiriente de todo esto es que, en el día de los sucesos que culminaron con la muerte de nuestro compañero, dieron con éste delincuente pero la situación es que se reitera a diario, es decir, la indolencia de los jefes de unidad (generalmente) por sus policías es ininterrumpida, no existe preocupación porque ellos posean toda la información a la hora de iniciar una intervención policial y que, desde luego, lo hagan de la forma mas segura posible, tanto física como tácticamente.
Porque la realidad marca que, son la minoría de los jefes de unidad, los que encabezan o supervisan los procedimientos que encomiendan o asumen de oficio sus subalternos. A no ser para aplicarles medidas disciplinarias, desde luego.

Las situaciones que se viven regularmente en las diferentes reparticiones de toda la Policía Nacional, responden generalmente al mismo patrón. Los oficiales Jefes, se dedican a llenar de sanciones a el personal a su cargo y están muy lejos de brindarles apoyo cuando aquellos les necesitan, como fue éste doloroso caso, en contra de toda la reglamentación. Pues si bien es cierto que les compete mantener la disciplina, también su deber se basa en cooperar con el personal a su cargo, hacerse responsables de ellos, y de orientarles en las formas y los cometidos policiales, para que éstos se cumplan con el menor riesgo posible, para todos.

Esto nuevamente demuestra una verdad absoluta, para nosotros éste es un trabajo que nos puede costar la vida, para otros, sólo una carrera… De todas formas las desigualdades en términos económicos, de equipamiento, en servicios de salud, en sede de vivienda, en igualdades legales y reglamentarias persisten inamovibles inexplicablemente. Pues quien más arriesga, a mi juicio, más debe ganar, en todos los sentidos. Sin embargo, esto no parece ser compartido por las autoridades en los actos, pero si en los discursos y dichos.

Hoy, mas que nunca, insisto en el concepto de que el personal de calle, sea cual fuere su grado, es quien debe no sólo ganar mas sino que además acceder a la mayor cantidad de beneficios en salud y recursos en materia de equipamiento policial, por un sinnúmero de razones, pero la primera es porque nuestra vida, hoy y siempre, ha dependido de ellos. El Sr. Mario Morena sin desconocer los riesgos, y desde luego sin proponérselo en ese momento específicamente, terminó dando su vida, indirectamente, a cambio de muchas, muchas otras a las cuales salvó, evitando que esas armas cobraran vidas, sean éstas de cuidadanos o de compañeros, o bien llegaran a su destino, seguramente, no por vez primera. Quizás, nunca lo sabremos, pero el desenlace de aquel día podría haber sido otro, si quienes se omitieron, hubiesen estado ahí, junto con el Sr. Morena, cumpliendo por lo que se les paga.

Sr. Mario Morena, ciudadano, padre, esposo, compañero, nuestra sociedad y la justicia le debemos infinitamente, a usted y su familia, por el altísimo precio de su dolorosa ausencia…


Miguel Barrios.-