Hace pocas horas otro trabajador policial, perdió la vida al enfrentase
con un delincuente que cometía una rapiña en una panadería en Garzón y
Santos. Son horas de profundo dolor para todos los trabajadores
policiales, de impotencia, y de desesperanza por no hallar las
respuestas institucionales que, ante hechos que se reiteran, serían
esperables dentro de un criterio lógico-racional.
Para encuadrar lo trágico de esta situación éste compañero murió el día
del cumpleaños de 15 de su hija, según pudimos saber, por otros
compañeros que colaboraron en las primeras actuaciones que se realizan
en estos casos. Pero no es la primera muerte de un policía en lo que va
del 2013, y si observamos las estadísticas, casi con certeza, no será
ésta la última.
Como ya lo ha expresado el SUPU es indiscutible que ciertas doctrinas de
procedimientos y actuación de nuestra fuerza pública son obsoletas ante
la realidad delictual e incluso ciertas legislaciones pueden recibir
análogo calificativo, y por otro lado, las causas que culminan en las
muertes de nuestros policías nos marcan, con frecuencia, que éstas
obedecen a puntuales carencias en el proceso de formación de los mismos
como tales.
En ese sentido, para el SUPU, una de las respuestas institucionales que
responderían lógica y racionalmente a éste mal que nos afecta, es la
conformación de equipos multidisciplinarios –peritos, policía técnica,
instructores calificados, operadores judiciales, expertos u personal
policial que haya realizado cursos de tácticas policiales a nivel
internacional, y autoridades ministeriales que sean idóneos en la
materia, expertos en comunicaciones, logística, entre otros- que
analicen las causas de las muertes de los policías, como ocurre en otros
países donde se estudia cada detalle de, por ejemplo; los atentados
contra mandatarios, situaciones, errores comunes, tácticas de respuesta,
coordinación, etc.
Las conclusiones que, de éste proceso de análisis multidisciplinario
surjan, deberían ser incorporadas al proceso de formación de los nuevos
policías y, al unísono, en los cursos de actualización de los policías
que ya están en servicio hace años, con la clara finalidad de que no
asistamos a nuevas muertes de policías, por las mismas causas o
carencias de formación, por los defectos de las doctrinas de
procedimiento policial establecidas hoy o por una legislación que es
anacrónica con las realidades que enfrenta nuestra fuerza pública.
Esto puede llevarse a cabo de las más diversas formas, en cursos
asistenciales, mediante clave –vía mails encriptados- en los cursos a
distancia, o en un paso intermedio en cursos semi-presenciales, según
resulte de los estudios situacionales que se efectúen al respecto por el
Min. Interior. Sólo estudiando las causas que culminan con la muerte de
los trabajadores policiales hallaremos, una forma de bajar
progresivamente las mismas.
Pues, profesionalizar a nuestra fuerza pública, a nuestro juicio, no
puede quedar en una mera expresión de deseo político o ciudadano, o en
un vacuo concepto infértil emanado de ciertas cúpulas policiales, por el
contrario tiene que aplicarse, o en su caso redefinirse, y para ello,
es imperioso el análisis de estas trágicas situaciones, y esto permitirá
bajar las probabilidades de que los errores se reiteren, y así sus
resultados.
Esto no implica poseer una panacea, por el contrario implica realizar un
proceso que seguramente, como todo proceso estatal, puede llevar años,
pero todo indica que es insoslayable para expresar, sin simulacros, que
poseemos una policía profesional, una política de seguridad pública que
es a su vez una verdadera política de estado, pues no existen dos
respuestas a estos flagelos y también debieron los partidos políticos
escuchar a los trabajadores policiales en el marco de la firma del
“documento de consenso” en materia de seguridad pública, algunas cosas se
podrían haber evitado.
Como dijimos una vez, respecto de tan dolorosos y similares hechos como
los de ayer en Garzón y Santos; "Como a los artistas, a los policías y
sus familias, les vale nada los reconocimientos posmortem, las pensiones
a cambio de la muerte y, seguramente, ellos hubieran preferido
soluciones reales, antes que placas, que discursos...".
Un abrazo fraterno para todos.
Miguel Barrios.