viernes, 25 de marzo de 2011

ENTORNOS IMPOSIBLES


            Sabido es por todos que, hace un par de años, el Poder Ejecutivo ha realizado actualizaciones de las normas que regulan nuestra actividad, así como también de las normas que hablan respecto de retiros, jubilaciones o pensiones policiales. Y aunque no compartimos en muchos puntos algunas de ellas, no se puede dejar de saludar la iniciativa de avanzar sobre ese terreno tan caro, para todos nosotros.
            Para quienes entendemos el derecho como la herramienta, por antonomasia, para lograr la pacífica convivencia entre las personas, es doloroso observar en qué contexto vienen a desarrollarse las mismas. No creemos que, en materia de seguridad pública, los ciudadanos y quienes componemos la fuerza pública hayamos estado tan de acuerdo como en los tiempos que corren y sin embargo, algunas señales que deberían ser claras, se mantienen ausentes.
            Los sindicatos policiales, por su parte, transitan por luchas intestinas por una suma de errores e inexperiencia que los ha dejado al borde de la inactividad y se presenta, ahora, una suerte de fragmentación que apareja un cumulo de acciones legales penales y administrativas que se financiará con los ingresos aportados por los socios, y pone en serio riesgo la confiabilidad, la legitimidad de las organizaciones y su representatividad a todos los niveles.
            Desde el punto de vista técnico, creemos que podemos hablar de un desentendimiento de tal magnitud, entre los operadores de la seguridad pública, que vuelve inerte cualquier iniciativa gubernamental, seria, de conformar equipos multidisciplinarios que se ocupen de proporcionar soluciones a problemas que tienen, en muchos casos, la misma edad que la propia institución. Creemos que es posible, pero es menester hallar caminos de diálogo que, poco a poco, vayan logrando consensos. Todo parece indicar que las organizaciones no gubernamentales deberán encontrar un camino que las coloque nuevamente en el camino de la defensa de sus miembros, únicos lesionados por todos estos hechos tan lamentables.
            En este contexto, mal podría hablarse de la efectiva vigencia de las nuevas normas policiales en general, visto que ellas tienen que efectivizarse con toda una infraestructura en malas condiciones. Estas situaciones son el caldo de cultivo para eventuales desgracias respecto de las cuales nadie asumirá responsabilidades, como ha pasado históricamente. Es en medio de estos entornos imposibles que diariamente, se trabaja en las diferentes unidades policiales, sin los medios materiales, legales y doctrinarios adecuados o, por lo menos, esperables.
            La desarticulación y atomización de las diferentes organizaciones sindicales policiales, produjeron la interrupción del tráfico de información, así como la coordinación de acciones conjuntas, dejando sin respuestas claras a los afiliados. Las organizaciones sindicales no deberían de olvidar que, mientras de llevan adelante las disputas internas, miles de policías siguen corriendo riesgos en el marco de su labor diaria y esa sola razón debería hacerles mudar de actitud priorizando la continua e ininterrumpida defensa de sus afiliados, tal cual señalan cada uno de sus estatutos. Nos cuesta mucho creer, que no podamos transitar ese camino nuevamente.


            Miguel Barrios.-   
                       

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS INDIGNOS


            En la madrugada del martes, próximo pasado, mientras estábamos en servicio nos enterábamos del homicidio de un compañero de la Seccional 21. Más tarde, iría poco a poco llegando a nosotros la noticia de las circunstancias en las que todo sucedió…luego, todo fue público. Este hecho viene a golpear nuevamente a los policías mientras que, aun hoy, siguen prófugos los homicidas de otro compañero de la Seccional 14, quien perdió su vida, también solo, también una madrugada, y ambos en plena calle.
           
            Al día siguiente muchos compañeros, de todas las unidades, recorrieron juntos el camino rumbo al destino final de Juan Morales, el mismo compañero que en el año 2008 recibiera un disparo en el tórax, por haber impedido una rapiña. Yo debí estar entre los que le dieron el último adiós…
En las primeras horas de la mañana me llegó información de que, con los que a diario compartían tareas, problemas, riesgos y condiciones de trabajo nefastas con Morales, estarían ciertas personas que no han hecho nada, para revertir dichas realidades y por el contrario, cada vez que pueden, oprimen más al policía cuando reivindica cosas justas.
Me pregunte entonces, qué derecho tienen estos “señores” de presentarse con las manos llenas de propuestas de más severidad, hechas para la ocasión, que por estas horas la Suprema Corte de Justicia ya ha desestimado de plano, y de discursos que pretenden mostrar su congoja frente a realidades que sólo conocen por informes administrativos, telefónicamente o por la prensa y para las cuales siempre tienen una respuesta que denigra, aun más, la imagen del policía.
Todos estos “señores” son los mismos que ordenan la realización de tareas imposibles desde sus despachos y en pleno conocimiento de que las mismas se realizan, con equipos de comunicaciones, computadoras, móviles, todos en mal estado y disponen destinos que vuelven imposible, no ya el trabajo de un policía, sino su vida familiar, la mayoría de las veces, en términos humanos y económicos.
Y aunque me precie de tal, hoy, no pude ser tolerante y soportar que los diferentes “señores” que dieron discursos, realizaran cortejos, e hicieron acto de presencia postergaran la palabra de quienes le amaron, le quisieron, le valoraban y lo respetaban, por ser quien era.
Son estos “señores” los que ahora inexplicablemente cuestionan el sistema, el mismo sistema en el cual ellos son los principales operadores, quienes ordenan penas, operativos en terribles condiciones materiales, quienes desestiman recursos, quienes reducen sanciones de sus iguales, quienes presionan a los policías a sabiendas de las realidades que los acucian, quienes profesan el discurso solidario hoy, y mañana reanudan las mismas actitudes indiferentes y distantes haciendo todo lo posible para evitar perder su lugar, por dejar caer dos o tres verdades para evitar más muertes. Ellos, para mí, serán siempre los indignos.

                            Miguel Barrios.-